Las grandes petroleras reevalúan las inversiones verdes a medida que el movimiento anti-ESG gana terreno
Los gigantes energéticos estadounidenses y europeos están recalibrando sus estrategias de energía verde y reduciendo proyectos significativos de bajas emisiones de carbono, impulsados principalmente por un floreciente movimiento global anti-Ambiental, Social y Gobernanza (ESG) y cambios en los panoramas políticos. Esta reevaluación marca un momento crucial para la transición energética, impactando los flujos de inversión y los compromisos de descarbonización corporativos.
Los cambios políticos y legislativos socavan las iniciativas verdes
Estados Unidos se ha convertido en un punto focal para el movimiento anti-ESG, con más de 370 proyectos de ley anti-ESG introducidos en 40 estados entre 2021 y 2024. Estos esfuerzos legislativos, que inicialmente apuntaban a los servicios financieros, ahora están ampliando su alcance, creando obstáculos legales y políticos para las empresas que persiguen objetivos ESG. Un catalizador significativo para esta tendencia es la reelección de Donald Trump como presidente de EE. UU. en 2024, que ha intensificado los esfuerzos para revertir las políticas climáticas y reducir los créditos de energía limpia. Se espera que la administración Trump priorice el sector de los combustibles fósiles, desafiando las iniciativas de acción climática de la administración anterior.
El panorama regulatorio se ha vuelto cada vez más fragmentado. Si bien las agencias federales como la Comisión de Bolsa y Valores de EE. UU. (SEC) han flexibilizado los mandatos de divulgación climática, estados como California continúan aplicando requisitos estrictos. A nivel mundial, la Unión Europea también está experimentando una fase de "desregulación" para las reglas de sostenibilidad, lo que indica una moderación de las ambiciones ESG para la competitividad. Esta divergencia obliga a las empresas a navegar en un entorno de cumplimiento complejo y a menudo contradictorio.
Las principales compañías petroleras ajustan las rutas de descarbonización
Varias grandes compañías petroleras han anunciado públicamente ajustes a sus carteras de energía baja en carbono y renovable:
- Exxon Mobil Corp. (XOM) está reevaluando su ambicioso proyecto de hidrógeno bajo en carbono Baytown de 7 mil millones de dólares. La compañía expresó su preocupación por la viabilidad de un negocio impulsado por el mercado sin suficientes incentivos fiscales federales para las instalaciones alimentadas con gas natural, particularmente después de que los cambios en el crédito fiscal 45V bajo la "One Big Beautiful Bill Act" aceleraron la fecha límite de inicio de construcción.
- BP Inc. (BP) ha señalado un giro estratégico hacia sus operaciones principales de petróleo y gas. La compañía se retiró del Australian Renewable Energy Hub (AREH), uno de los proyectos de hidrógeno verde planificados más grandes del mundo, renunciando a su participación del 63,57%. Esta medida refleja la estrategia más amplia de BP de aumentar las inversiones en petróleo y gas en aproximadamente un 20% a 10 mil millones de dólares, mientras reduce la financiación para proyectos de energía renovable, en respuesta a la presión de los inversores y un enfoque en mayores rendimientos para los accionistas.
- Shell Plc. (SHEL) y Equinor ASA (EQNR) también han desechado planes para plantas de hidrógeno bajo en carbono en Noruega, citando la falta de demanda del mercado y la viabilidad económica. Shell, por ejemplo, canceló los planes para una planta en la costa oeste de Noruega, mientras que Equinor abandonó un proyecto similar. Shell también ha flexibilizado su objetivo de reducción de carbono para 2030 y ha reducido su fuerza laboral en el sector de soluciones bajas en carbono en al menos un 15%.
- Más allá de estas grandes empresas, los desarrolladores de proyectos de hidrógeno verde a nivel mundial están reduciendo las inversiones, con ejemplos que incluyen ArcelorMittal, Iberdrola y Repsol en Europa, y Origin Energy y Trafigura en Australia, todos citando altos costos de producción y una demanda débil.
Reacción del mercado e implicaciones más amplias
El alejamiento de las estrategias agresivas de descarbonización por parte de las grandes petroleras tiene implicaciones significativas para el sector energético. Si bien las compañías tradicionales de petróleo y gas pueden experimentar un sentimiento potencialmente alcista debido a la reducción de la presión para la transición, las inversiones en energía verde y los fondos centrados en ESG enfrentan vientos en contra bajistas.
Tras la reelección de Trump, las acciones de energía limpia experimentaron una desaceleración. NextEra, una importante compañía de energía limpia, sufrió una caída del 5%, mientras que el desarrollador de pilas de combustible de hidrógeno Plug Power perdió una quinta parte de su valor, y la compañía solar Sunrun cayó casi un 30%. Derrick Flakoll, asociado de políticas para América del Norte en Bloomberg New Energy Finance (BNEF), atribuyó estas caídas a las "expectativas del mercado de una reducción del apoyo político a la energía limpia".
La Ley de Reducción de la Inflación (IRA), que anteriormente impulsó casi 450 mil millones de dólares en inversiones privadas en energía verde y se proyectaba que reduciría significativamente las emisiones de EE. UU., ahora está bajo amenaza. Esta reversión de políticas crea una alta volatilidad dentro del sector energético a medida que las empresas ajustan sus estrategias a largo plazo.
Perspectivas de expertos
Los analistas enfatizan las prioridades cambiantes dentro del sector energético. Edward Hirs, investigador de energía en la Universidad de Houston, observó: ">Trump no se opone a nada que realmente genere dinero". Este sentimiento subraya un enfoque pragmático donde la viabilidad comercial de los proyectos es primordial. El entorno actual sugiere un reequilibrio de las estrategias energéticas, con un mayor énfasis en la rentabilidad a corto plazo y la seguridad energética sobre los ambiciosos objetivos de descarbonización a largo plazo.
Perspectivas
Se espera que los próximos trimestres revelen más recalibraciones en las estrategias energéticas corporativas. Las empresas deberán sortear las demandas regulatorias contradictorias y las realidades geopolíticas mientras equilibran las expectativas de los accionistas de obtener rendimientos con las preocupaciones de sostenibilidad a largo plazo. Los factores clave a observar incluyen la implementación completa de los cambios en la política federal de EE. UU., la respuesta de los organismos internacionales a las presiones competitivas globales y el desarrollo comercial de tecnologías viables de bajas emisiones de carbono. El ritmo de asignación de capital a proyectos tradicionales de combustibles fósiles frente a soluciones verdes innovadoras será un indicador crítico de la dirección del mercado en el cambiante panorama energético.